se han observado empíricamente disminuciones marcadas en la diversidad de polinizadores solo con altos niveles de pérdida de hábitat (Ekroos et al., 2010; Winfree et al., 2009). Nuestro modelo predice que con el 30% de la pérdida de hábitat y cuando los polinizadores se extinguen a partir de una fracción de fragmentos apenas más pequeña que la de los fragmentos colonizados, el colapso completo de los polinizadores prevalecerá incluso en las metacomunidades en las que la mayoría de las especies de plantas (recursos alimentarios) persisten., Este resultado implica que, aunque los recursos alimenticios apenas pueden verse disminuidos por la pérdida de hábitat (el 70% del hábitat natural restante), el colapso completo de los polinizadores aún podría ocurrir con el tiempo. Nuestro modelo asume que todos los polinizadores tenían la misma tasa de extinción, es decir, se ven afectados negativa e igualmente por otros factores que disminuyen la ocupación de los polinizadores además de los recursos alimentarios., Por lo tanto, el colapso de los polinizadores con 30% de pérdida de hábitat puede reflejar situaciones en las que la diversidad de polinizadores disminuye fuertemente entre diferentes grupos funcionales debido a factores asociados con el aumento de la pérdida de hábitat diferentes de la disminución de las fuentes de alimentos. Por ejemplo, la pérdida de hábitat puede actuar sinérgicamente con otros impulsores como la intensificación agrícola o la propagación de patógenos, afectando negativamente la diversidad de los polinizadores (González-Varo et al., 2013; Potts et al., 2010)., La intensificación agrícola puede implicar aumentos de los insumos de pesticidas, mientras que la propagación de patógenos puede ocurrir de los polinizadores manejados a los silvestres, ambos procesos afectan directamente la aptitud de los polinizadores y conducen a la disminución de los polinizadores (González-Varo et al., 2013). Con el 60% de la pérdida de hábitat, se predice que los polinizadores persistirán solo cuando todas las especies de plantas polinizadas por animales persistan, por lo que los efectos negativos conjuntos de la disminución de la densidad de los recursos alimentarios y del creciente aislamiento de los hábitats naturales pueden resultar en el colapso completo de los polinizadores., Estudios teóricos previos también han predicho la existencia de un umbral crítico para la persistencia metacomunitaria de plantas polinizadoras en el 60% de la pérdida de hábitat (Fortuna et al., 2013; Keitt, 2009). Después de la alta destrucción del hábitat natural, los efectos negativos de ciertas configuraciones del paisaje (por ejemplo, varios fragmentos pequeños) y los efectos sinérgicos entre la pérdida del hábitat y otros impulsores de la disminución de los polinizadores deberían hacerse más evidentes (Hadley y Betts, 2012; González-Varo et al., 2013)., Sin embargo, cómo los campos circundantes con cultivos recompensados con polen o néctar disponibles temporalmente pueden alterar las predicciones de nuestro modelo bajo una alta intensificación agrícola, por ejemplo, al aumentar temporalmente la ocupación de los polinizadores (Scheper et al., 2014) queda por probar (pero ver Keitt, 2009).
aunque nuestro modelo predice que las metacomunidades completas pueden persistir con un 60% de pérdida de hábitat (con bajas tasas de extinción de plantas y polinizadores), las especies pueden co-ocurrir e interactuar en una fracción muy pequeña del paisaje., Esto se debe a que, en nuestro modelo, se asumió que si los socios de interacción persisten en el paisaje, la interacción ocurre con certeza. Estudios empíricos recientes han demostrado que en paisajes fragmentados, las interacciones pueden perderse antes de que las especies hayan desaparecido(Aizen et al., 2012; Sabatino et al., 2010). La pérdida de interacción puede estar asociada con una mayor especificidad entre parejas y una menor frecuencia de interacción (Aizen et al., 2012). Por lo tanto, nuestro modelo puede sobreestimar la persistencia de la metacomunidad con una alta pérdida de hábitat., Además, nuestro modelo puede subestimar la existencia de una» deuda de extinción » (Tilman et al., 1994) si muchas especies están casi en el umbral de capacidad del paisaje que asegura la persistencia de la meta-población (Hanski y Ovaskainen, 2000).
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